Tu
palabra
Clavado en una cruz, escarnecido,
con el cuerpo mancillado
y el corazón herido.
Defendiste la pobreza
la humildad y el amor
y a los pobres de espíritu
les infundiste valor.
Arengaste a la lucha
a defender con calor
las ideas y pensamientos
del que cree y del que no.
No pudieron perdonarte
luchar por la libertad
tu fuiste el primer Cristo
que mató la humanidad
detrás de ti hubo miles
que tu doctrina siguieron
como discípulos tuyos,
con saña les persiguieron.
Pero tu voz nunca muere,
por ti seguirán luchando
quien ama la libertad
y el amor a sus hermanos.
Siglo tras siglos caerán,
en una lucha sin victoria.
El que ama, el que se entrega,
no necesita la gloria.
Sólo seguir la palabra
que sembraste, sembrador,
no habrá fuego, ni cuchillo
que pueda acallar tu voz.
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